…pero que las hay las hay:
Hechiceras y Magia Negra en el epodo V
de Horacio
Leonor Silvestri
Esta
charla tiene como intención hacer una presentación de la magia en el mundo
antiguo, más precisamente en el período agustal en Roma a través de un
texto clave para este tema, como ser el epodo V de Horacio. Este poeta vive
a fines del siglo I a .C. Su padre, que supuestamente fue un liberto, o sea
un esclavo manumitido, le brindó una educación propia del hijo de un hombre
libre del orden ecuestre o senatorial. A través de Virgilio conoce a Mecenas
en el año 39 y se integró en su círculo literario que está a las órdenes del
princeps Augusto.
La
producción poética de Horacio se suele dividir en dos grandes grupos: los
poemas líricos y los poemas no líricos. Al primer grupo corresponderían los
Epodos y las Odas y al segundo, Sátiras y Epístolas
incluyendo el Arte Poética. Las Odas y los Epodos
integran el grupo de la poesía lírica. Las primeras siguen el modelo de
Alceo, Safo y Píndaro que escribieron poemas al ritmo de la lira y que
responden al campo de la oralidad. Formalmente este tipo de poemas está
caracterizado por el uso de una métrica especial llamada eólica, por ser
propia de los poetas eólicos Safo y Alceo. Por su parte, los epodos no
pertenecen estrictamente a lo que los antiguos llaman lírica porque en sus
orígenes no se cantaban y su contenido más que una alabanza comporta una
maldición, a veces hasta una poetización del insulto. El creador del este
género es Arquíloco de Paros, en el siglo VII a.C. Estos textos utilizan
como métrica fundamental el yambo.
Existe
un vínculo entre Sátiras y Arte Poética ya que ambos libros
están escritos en hexámetros, verso cuyo máximo exponente fuera Homero, y
que en Roma se usó para los relatos épicos y la poesía didáctica. La sátira
romana tiene ese “carácter satírico” de invectiva pero no es sólo eso,
puesto que también fue una poesía de carácter político que sirvió para
atacar a diferentes grupos sociales con los que el poeta estaba en
desacuerdo.
En cuanto
al tema de la magia comencemos por decir que ésta comparte con la religión
la creencia en los ritos donde el hombre atiende a la realización de sus
deseos. Pero existe entre magia y religión una diferencia sustancial de
actitud. El hombre pío implora a Dios con sumisión, el mago da órdenes.
Hay
diversas posiciones con respecto a la magia y a la religión. Frazer sostiene
que la magia es anterior a la religión de donde surge esta última. Eliade y
Dumézil afirman que la magia y la religión son dos actitudes opuestas que el
hombre sostiene delante de lo sagrado y que coexisten en todas las épocas.
Por su parte, Barb piensa que la magia no se puede desarrollar sin la
religión y sin la creencia en lo sobrenatural con lo cual no puede estar
separado de la religión. Según este autor, la magia deriva de la religión
que se corrompe por la debilidad humana, se deteriora. Asimismo, la magia
también tiene relaciones con la filosofía puesto que el mago tiene fe en una
lógica que rige los astros, las fuerzas de la naturaleza y los elementos.
Tupet la considera una filosofía desprovista de sabiduría puesto que
mediante sus prácticas y medios busca comprender el mundo para servir a sus
designios y no para someter sus designios al orden universal. La principal
ambición de la magia es su eficacia. Muchas veces la magia tiene objetivos
inocentes con medios criminales como es el caso que veremos descrito en el
texto de Horacio.
En cuanto
a la magia sympathetica hay dos principios que rigen su pensamiento:
1) Ley
de Semejanza: lo semejante engendra lo semejante. El mago deduce que
puede producir el efecto deseado con solo imitarlo. Los encantamientos
basados en este principio se llaman magia homeopática.
2) Ley
de Contagio: las cosas que alguna vez estuvieron en contacto siguen en
contacto tras haber sido cortado el vínculo físico. Se deduce que todo lo
que se haga sobre un objeto material afectará de igual modo a la persona que
estuvo en contacto con ese objeto. Los encantamientos basados en esta magia
se llaman magia contagiosa.
La magia
homeopática está fundada en la asociación de ideas por semejanza, su
relación es similar a la de la metáfora. Este tipo de magia afirma que las
cosas que se parecen son la misma cosa. En cambio la magia contagiosa
establece relaciones por contigüidad, como una metonimia, y afirma que las
cosas que estuvieron en contacto siguen en contacto. Ambos tipos de magia
pueden ser entendidos como magia sympathetica puesto que ambas
suponen que las cosas actúan recíprocamente a distancia, que mantiene una
atracción secreta. La magia sympathetica tiene preceptos negativos, o
prohibiciones, y preceptos positivos. Esto quiere decir que nos indica no
sólo lo que hay que hacer sino también lo que no hay que hacer. Los
preceptos positivos son los encantamientos, y los negativos los tabúes. Para
la magia el tabú es la aplicación negativa de la magia práctica.
Asimismo,
por extraño que pueda parecernos, para el mundo antiguo la magia comparte
con la ciencia la creencia en que la sucesión de acontecimientos es regular
y cierta, estando determinadas por leyes inmutables cuya actuación puede ser
prevista y calculada con precisión. Pero para la magia, estas leyes trabajan
sobre el plano simbólico.
Presentemos la traducción del texto. Horacio, Epodo V. Traducción de
Leonor Silvestri:
“¡Pero,
por todos los dioses en el cielo que rigen las tierras y el género humano!
¿Qué es este tumulto? ¿Por qué sus atroces rostros se dirigen todos contra
mí? Por tus hijos, si Lucina estuvo presente en tus partos verdaderos. Por
el honor inútil de esta púrpura. Te suplico. Por Júpiter que no aprueba lo
que hacen. ¿Por qué me contemplas como una madrastra o como una fiera
herida con el hierro?”
Cuando
tras quejarse de este modo con temblorosa boca, quedó inmóvil el pequeño,
cuerpo impúber, que hubiera podido ablandar hasta los corazones de los
tracios, Canidia, que tenía su revuelto cabello atado con diminutas
viboritas, ordena que los higos arrancados de los sepulcros, ordena que los
cipreses funerarios y los huevos embadurnados con la sangre de una rana
rubeta y la pluma de una strix nocturna y las hierbas que Iolcos e
Hiberia, rica en venenos, producen, y los huesos de la boca de una perra
hambrienta se consuman con las llamas de la Cólquide. Y la expeditiva
Sagana, por toda la casa va esparciendo agua del averno, eriza sus cabellos
como un erizo de mar o un jabalí que corre. Veia, sin ningún cargo de
conciencia, cavaba con duros azadones la tierra, mientras se quejaba del
esfuerzo, para que el niño, después de ser enterrado, como sacan la cabeza
mientras flotan los cuerpos suspendidos hasta el mentón en el agua, pudiera
morir tras muchos días ante el espectáculo de los alimentos reemplazados
dos o tres veces por jornada. Y luego con la médula y el seco hígado harían
una poción de amor cuando sus pupilas fijas en el alimento se consumieran. Y
creen en la ociosa Nápoles y en todas las ciudades vecinas que la arimense
Folia, de impulsos sexuales masculinos, no faltó a la cita, la que hace
descender la luna y los astros del cielo con cantos tesálicos que atraen con
sortilegios. Entonces la salvaje Canidia royéndose la uña del pulgar con
diente lívido, qué fue lo que dijo o qué fue lo que calló?:
“¡Fieles
protectoras de mis asuntos, Noche y Diana, que riges el silencio cuando los
sagrados arcanos que ocurren, ahora, ahora, ahora, preséntense y vuelvan
su ira y su poder contra las casa enemigas! Cuando las fieras debilitadas
por el dulce sopor se ocultan en las selvas temerosas, qué al viejo verde
ungido con el nardo que mis manos no podrían haber hecho mejor le ladren los
perro del barrio La Suburna para que todos se rían de él. ¿Qué ocurre? ¿Por
qué no sirven los venenos crueles de la bárbara Medea con los que huyó tras
vengarse de su soberbia rival, la hija del gran Creonte, cuando la nueva
novia se colocó el manto, regalo empapado en peste ardiente? Pero si no
existe hierba o raíz de inhóspitos lugares que se me escape. Duerme él en su
lecho impregnado de mis contrincantes por el olvido. ¡Ay, ay, anda suelto,
liberado por el hechizo de una hechicera más sabia! ¡Varo, que te juro te
haré llorar mucho, no con pociones comunes volverás a mí ni fórmulas marsas
te harán entrar en razón! ¡Prepararé algo mayor, para tus desdenes una
poción mayor, y el cielo se colocará por debajo del mar y el mar sobre la
extendida tierra antes de que no ardas por mi amor como el betún de negras
llamas!”
El
pequeño, ya no como antes tratando de ablandar a las impías con dulces
palabras, sino dudando si romper el silencio, lanza imprecaciones tisteas:
“Los
venenos pueden alterar lo bueno y lo malo, pero no pueden alterar los
designios humanos. Yo las maldigo, y esta maldición no podrá ser expiada
con víctima alguna. Es más, cuando haya muerto obligado a perecer, volveré
como un Furor nocturno y buscaré como una sombra sus rostros con curvas
uñas, porque esto es propio de los dioses Manes. Y sentado sobre sus
inquietos corazones, llevaré el pavor a sus sueños. La turba de barrio en
barrio y por todas partes las golpeará lanzándoles piedras a ustedes, viejas
obscenas, y los lobos y las águilas dispersarán sus miembros después de
desenterrarlos, para que mis padres, pobrecitos -que me sobrevivirán-, no se
pierdan este espectáculo.”
En el
epodo V, Horacio describe una escena donde cuatro brujas preparan el rito
para sacrificar a un niño a fines de hacerlo morir lentamente y poder así
elaborar un filtro de amor con su hígado y su médula. El poema comienza con
el monólogo del niño que pide clemencia, recurso patético que gana
adhesiones inmediatamente en contra de las brujas. En época romana, este
recurso era doblemente eficaz porque además de tratarse de un niño de corta
edad, se trataba de un niño libre según se ve en la descripción del atuendo
del mismo. El discurso del niño también cierra el poema, no ya suplicando
sino maldiciendo a las brujas y ofreciendo su propio cuerpo, que está
condenado a morir, como víctima sacrificial para afectar a posteriori
a las brujas. Por último, el niño menciona a sus padres que lo sobrevivirán
y rompiendo el orden natural de sucesión vida y muerte e imagina la venganza
de estos; lo cual en boca del pequeño a punto de morir es un final
efectista del cual no hay ningún tipo de salida a favor de las brujas. De
acuerdo con el rito y los propósitos de las brujas, el niño debe morir de
hambre deseando intensamente el alimento, puesto que de morir de esta forma,
esas propiedades serán transferidas al filtro que quieren preparar para
Varo, objeto de deseo de la bruja mayor en cuestión, llamada Canidia. Como
se deja ver, Canidia ya ha preparado otras ungüentos mágicos para que Varo
vuelva con ella, pero estos no han surtido efecto con lo cual, se ve
obligada a preparar algo más eficaz, más fuerte. El objetivo de los filtros
es que el amante afectado por el mismo sufra dominación, sumisión. El deseo
intenso es una patología que afecta el cuerpo y el alma. Según Winkler,
enamorarse es muchas veces enfermarse. El niño es simplemente un objeto y es
tratado como tal, no inspira ningún tipo de sentimiento en las brujas que lo
piensan como los demás componentes somáticos de su hechizo. En la maldición
del niño se ve claramente como funcionan, según Horacio, las deferencias
entre la religión y la magia: venena mágnum fas nefasque, non valent/
convertere humana vicem. Los venenos valen lo suficiente para cambiar
ciertas situaciones pero no pueden cambiar lo que está bien y lo que está
mal, en términos de que permiten los dioses, ni el destino de los seres
humanos. La magia se sirve de los dioses para fines non sanctos pero
eso tiene un precio que las brujas- según Horacio por boca del niño-
pagarán. Canidia es vista como una madrastra, noverca, relacionada
con la bruja y madre asesina por antonomasia, Medea, la cual es mencionada
en el poema aludiendo asi al grupo de las mujeres impías que matan a sus
hijos.
Se
infiera que la relación amorosa con Varo es una relación descarnada donde
Canidia quiere someterlo y hacerlo sufrir más que amarlo según nuestra
concepción moderna del amor. El amor en la antigüedad tiene que ver con las
pasiones más oscuras y no con lo que nosotros denominamos amor en la
actualidad. La cama o el tejado durante la noche son los escenarios
predilectos de los filtros de amor. En los filtros de amor se incorpora el
tema del deseo y la autonomía femenina en vez de suprimirlos pero lo hacen
dentro de los modelos masculinos y familiares de competencia donde cualquier
deseo es una irrupción peligrosa de la propia autonomía y en particular el
deseo femenino que debe ser controlado por los hombres. Esto supone, como
afirman muchos autores, que no hay que seguir ignorando las instituciones
del terror que han circunscrito la experiencia de las mujeres durante
siglos, de los cuales la magia es sólo una práctica desde algún punto de
vista contracultural y el único espacio discursivo posible para la mujer en
la antigüedad. En ese orden de cosas, la tendencia moderna de investigación,
sobre todo la de los estudios culturales, cree ver en la magia el recurso de
los miserables y oprimidos por una sociedad injusta. Finalicemos tan sólo
por volver a pensar lo que Michelet afirma: “La hechicera es la hija de la
Miseria. Ella es la esposa de los revoltosos. Ella es el fruto de la
revuelta maldecido por la Iglesia y el Poder.” Ella es sin duda una de las
expresiones más constantes de la desesperación humana.
Bibliografía
Frazer.
La
Rama Dorada.
FCE. D. F. 1996.
Horacio.
Odas y Epodos. Ed Cátedra.
Madrid. 1997.
Q. Horati Flacci.
Opera.
Editor Klinger. Teubner. Alemania. 1925.
Tupet. La Magie
dans la Poésie Latine. Les Belles Lettres.
Paris. 1976.
Winkler.
Las Coacciones del Deseo, antropología del sexo y el género en la antigua
Grecia. Manantial. Buenos Aires. 1994. |