TERESA VOLCO

 

"Camille C. 1919"

1er premio Salón de Artes Visuales. 2001.

 

 

Nació en 1946. Licenciada en Filosofía y Letras, estudió dibujo con Raquel Gimenez y Teoría del Arte con Rosa Faccaro. Artista de gran imaginatividad que desarrollaba en obras conceptuales de fuerte carga simbólica.

Integró el Grupo Escombros de La Plata y tuvo activa participación en manifestaciones de arte en la vía pública y lugares alternativos.

En 1990 exhibió Tierra Arrasada una instalación y performance invitada por la XII Jornadas de la Crítica de Buenos Aires. Expuso tanto en nuestro país como en el exterior. En 1997 participó con una instalación en Taranto Galery de Nueva York; en el mismo año pública 50 mujeres sin cuento, un libro que realizó sobre cincuenta mujeres anónimas, por el que recibió un premio de la Asociación Argentina de Galerías de Arte.
Recibió varios premios, entre los cuales podemos mencionar el Premio a las Experiencias, otorgado en 1990 por la Asociación Argentina de Críticos de Arte, y en el 2001, el 1º Premio de Grabado Salón Nacional.

Participó con instalaciones y performances en Arco 98, (España, 1998) y en la Galería Sol del Río (Guatemala, 1998). En los últimos años trabajó con las problemáticas de las políticas de género. Su última obra la realizó inspirada en el movimiento de mujeres piqueteras.
Colaboró como Asesora de la Comisión General de Patrimonio Histórico Cultural de la Ciudad de Buenos Aires y fue Asesora de Artes Visuales en la Secretararía de Cultura de Buenos Aires junto a Mónica Guariglio.

Falleció el 23 de febrero de 2002, a la edad de 55 años.

 

 

 

Y cada vela lleva su nombre

Así como un signo de la deriva, cada barca arrastra un nombre. Blancos, translúcidos, los velos parecen silenciosos rabdomantes en búsqueda de los cuerpos que les pertenecen.

Cuerpos sustraídos por un enjambre asesino en una larga y ominosa noche estrellada de plomo.

Navegan, por ahora, en un mar de secreto y negación, circulan entre los reservados flujos del agua y del viento, preguntando....., sin paz.

Porque la memoria, ese derecho de la vida, reclama la asistencia de lo ausente para acceder a la verdad.

Y esa certeza la ofrece la persistencia de Teresa Volco que permitirá a estos sigilosos argonautas descansar en costas de justicia por mas contratiempos que pretendan agregar las tormentas de la ley a sus precisas cartas de navegación.

 

 

Unen París, Buenos Aires, el Monte Blanco y el Aconcagua.

Artistas europeos y latinoamericanos hacen una ‘reescritura’ de los 500 años.

Por Hernán Ameijeiras.

Publicado en la revista La Maga, 19 de agosto de 1992.

 

La artista plástica Teresa Volco acaba de participar de una serie de experiencias y performances en el Monte Blanco -la montaña más alta de Europa- relacionadas con un proyecto que comenzó en 1989 en el Aconcagua y al que a fines de este año se le dará forma a través de la comunicación entre ambos picos y las ciudades de París y Buenos Aires. El encuentro en las cumbres de dos mundos, 500 años de amor y de odio intenta ser, según Volco, una reescritura de la historia de la Conquista de América.

La historia, entonces, comenzó a reescribirse en 1989, cuando Volco, Rubén Grau, Alcides Martínez Portillo, Juan Le Parc, Ortú Martín y Verónica Artagaveytía realizaron en el Aconcagua un entierro de 21 esculturas bifrontes -de un lado hombre y del otro mujer- que representaban la pareja americana y que estaban rellenas de productos propios del continente (maíz, semillas de flores, cacao, entre otros). Las obras, elaboradas en poliéster, fueron depositadas en un pozo junto con una brújula y cuatro vasijas de vino que marcaban los cuatro puntos cardinales. La experiencia se completó con una serie de trabajos en las piedras del lugar.

Luego, el grupo en parte se dispersó, aunque Volco, Artagaveytía y Portillo hicieron una instalación ambiental y performances en el Centro Cultural Recoleta, en 1990, con el nombre de Confluencias, tal como se llama el lugar del Aconcagua –un cruce de dos ríos a más de 4000 metros de altura sobre el nivel del mar- donde se realizó el entierro.

"Después seguimos trabajando acá con hitos parciales del proceso -comenta Volco-, tanto en forma individual como colectiva, pensando en volver al Aconcagua en 1992, el año del tan mentado V Centenario. Paralelamente, Juan Le Parc generó este año un proyecto en Francia que consistía en demarcar el cuerpo de Europa en el punto más alto del continente, el Monte Blanco". El proyecto pudo llevarse adelante porque fue presentado en un Festival de los Hombres y la Tierra que se hizo en Chamonix, una localidad francesa, y allí recibió un premio que incluyó los auspicios para la experiencia y la impresión de 20 mil afiches.

En el proyecto del Monte Blanco -del que participaron, además de Voleo y Le Parc, cuatro artistas franceses- se dividió la zona en pies, sexo, manos, corazón y cabeza. En cada uno de esos lugares se realizaron instalaciones y performances: en los sitios correspondientes a los pies, se hicieron precisamente pies de seis metros de piedra y barro n todos los casos se trabajó con los materiales recolectados en el terreno). En la parte del sexo se limpió un terreno cubierto de piedras quedó formado un triángulo con nieve; de noche, con maderas de la montaña, los artistas armaron una especie de escultura con fuego, que fue ubicada en el centro de la figura.

Volco tuvo que volver a la Argentina tras participar de los trabajos en los pies y en el sexo, pero señala que la idea era, en el sector del corazón, hacer una escultura de ese órgano en nieve. En la cabeza -la cima del Monte Blanco- se iba a colocar una figura humana en la que se introducirá, al terminar el proyecto, un resumen microfilmado de toda la experiencia. "En diciembre -dice Volco- vamos a subir al Aconcagua una réplica de esa escultura, y también se la llenará del material microfilmado. Ese mes redondearemos el proyecto: con un sistema que tiene fax, teléfono y télex vamos a armar un circuito de información que conectará el Monte Blanco, el Aconcagua, Buenos Aires y París."

"En esta experiencia hay un trabajo muy para adentro -continúa- que es el de los artistas y su obra generada en lugares de difícil acceso, y también un aspecto de mucha apertura que tiene que ver con lo comunicacional. Queremos que la gente participe con los materiales que quiera -objetos, textos-. Pretendemos hacer una reescritura de estos 500 años de amor y de odio; se trata de escribir una historia interactiva, cuyo cierre provisorio sería en diciembre."

“Todos estos trabajos, si bien no expresan un repudio directo de los hechos ocurridos durante la Conquista de América, están realizados con la convicción de que los modos festivos con los que se presenta esta conmemoración no tienen mucho que ver ni con la realidad de lo que sucedió ni con las posibilidades de cambiar algunas de las atrocidades que ocurrieron", concluye Volco.

 

 


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