SILVIA YOUNG
Tan joven
El Centro
Cultural Recoleta ha dado lugar a una muestra de Silvia Young con el
impulso de sus amigos y su familia. Homenaje póstumo a una artista
que debiera ser inolvidable, que rescato siempre en mis conversaciones
junto a Rodolfo Azaro, Liliana Maresca, Enrique Aguirrezabala y Juan Pablo
Renzi, todos ellos muertos. Y me resisto militantemente a la estrategia de
olvido que impera en nuestro país y que nuestro sistema del arte impulsa
de la misma forma.
Resistiré,
resistiremos. La vida en la
cabeza de un alfiler, podría resumir la obra última de Silvia, esa pequeña
esfera brillante, multiplicada hasta un infinito territorio de cuerpos,
objetos cotidianos y sentimientos. Cada alfiler registra obsesivamente
recuerdos, los tiempos que acompañaron a los acontecimientos, los bienes
simbólicos que atesoraban y como un “chip” los mantienen sobre la obra,
conservando, dando testimonio personal, biografía al fin, de un hilvanado
recurso, prueba de (des) medida, para coserlo definitivamente. Tal vez su
muerte haya sellado esa costura abierta y punzante de la vida. Tal vez quede
expuesta para siempre como aquel vestido de novia donde se martirizaron
las ilusiones, en una insistente paciencia de recorrer el pasado y tratar
de comprender desde dónde y porqué las cosas no responden al ensueño y
averiguar también porqué uno queda detenido en esos instantes tratando de
volver atrás el tiempo e interrogarse acerca de cuáles debieron haber sido
los pasos correctos para evitar los estigmas del vidrio en los ojos.
Con todo el
dolor y el cariño...
Fernando
Fazzolari |
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Silvia Young -
Homenaje
Centro Cultural Recoleta, sala J, de
6 al 29 de octubre 2000 . Curador: Julio Sánchez.
La mano de una
mujer
por Xil Buffone
Ya en
plena edad barroca, Sor Juana Inés de la Cruz se burlaba de la
superstición estética: "la mano de una mujer" decía, "es blanca
y hermosa por ser de carne y hueso, no de marfil ni plata: yo la
estimo no porque luce sino porque agarra".
Silvia Young (1949-1998) concentra su poética en herir y curar
con la yema de los dedos. La artista actúa metódicamente
irritando superficies. El cuadro monocromo es una piel alterada
por la obsesiva pinchazón, o asfixiada por la obsesiva curación
(vendajes con palabras como mortajas, cintas de papel
manuscritas recubren vestidos, zapatos o tazas ).
Esta
muestra presenta collages, objetos e instalaciones de los 90 que
reunidos reconstruyen un enunciado sutil, profundo y fresco a la
vez.
En la
última etapa, Young trabajó con alfileres incrustados en telas
cobrizas, grises y marrones. En una instalación, las ropas
infantiles en perchas son sudarios oxidados que reconstruyen la
alta costura de una crucifixión.
El
rito como un rezo: clavar, coser, curar...un canto mínimo
repetitivo. Bordar con alfileres como lo haría Juana de Arco:
con sus blancas manos construír líneas de defensa y generar una
piel de cactus de absolutos presentes afilados: un mantra
bordado de espinas.
Obras
que oscilan entre lo profano y lo sagrado, que atrapan en un
alfiler lo que de tan íntimo es universal. |
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