LILIANA MARESCA

 

 

 

"Imagen pública - Altas esféras", instalación. C.C. Recoleta, 1993.

Foto: Marcos López. Escenografía Sonora: Daniel Curto.

 

 

. poesías de Liliana Maresca .

 

El amor – lo sagrado – el arte –

No tienen pretensiones

Son fugaces

Aparecen donde no se los llama

Se diluyen.

 

Los seres humanos

somos

Ya se sabe

Aves de rapiña

Cazadores furtivos

Tribus nómades

O agricultores.

 

Poder entender la muerte

Verla de frente

En sutil diálogo con las estrellas

Remontar barriletes

inútiles

Sueños de mirar a lo

lejos

Ridículas pesadillas

Y un modo de sentir libre

Como siempre fui

El momento es éste.

San Telmo, Diciembre del ‘93.

 

Vida por qué me diste deseo

Si no me lo vas a saciar

Pan y agua

Pan duro

Oscurre corre

Hace frío.

   

Al sapo el charco

Le parece grandioso

Ya estás muerto

Siempre estuviste muerto

Y me preguntó por qué

Estamos tan solos.

 

La esperanza

Supremo anzuelo

Clavado en el grande

del ser

Atados a la vida

en muchas cárceles privadas

pateando piedras en el total de la noche

noches con amigas fantasmas

deambulando

como sombras que ilumina la luna

de a ratos

Moviendo la insatisfacción

El miedo a la muerte

El erotismo

La productiva melancolía.

 

Viendo estas obras de arte metidas en museos

se me hace claro que son cadáveres, bellos

cadáveres, esqueletos desarraigados de la tierra

nutriente que fue su tiempo y su por qué; de los

corazones de los que las hicieron para transgredir

toda esa muerte que, ahora, paradójicamente

los contienen en estos sepulcros asépticos,

solemnes y blancos. Son la cáscara, la casita

de la crisálida que voló en el tiempo que le fue

propio y le dio una verdad y un sentido. Efímero

como la vida. Como la vida breve y bella mariposa.

Bienal de Venecia, Agosto del ‘93.

 

 

"Espacio Disponible".

Casal de Catalunya.

"Maresca se entrega todo destino", foto-performance. 1991.

Publicada en la revista El Libertino, # 8, Buenos Aires, 1993.

 

 

El siguiente texto de Fernando Fazzolari

y dedicado a Liliana Maresca, constituyó

el prólogo de su muestra Todo Silencio

dedicado a su amiga.

 

 

 

 

 

 

"Wotchen - Vulcano", instalación.

C.C. Recoleta, 1991.

Querida Liliana

 

A propósito de todo silencio

que en otro sentido también es todo ceguera:  

 

Alguna luz ilumina metálicamente

las páginas de vidrio de presentes y futuros libros.

 

Libros inciertos,

sin el aliento de los folios al hojearse,

sin la caricia simbólica del cuño de plomo en la retina,

letras ausentes de todo reposo en las pupilas.

 

Sepultada la muerte,

Desfallecen el juego, el tiempo y la memoria;

y la catódica luz se extiende hasta la ceguera.

 

Sólo los dioses saben si alguna forma se ordenará tras ella.

 

Desde hace tiempo vengo hablando de la peste.

Rodeados de una mirada ausente,

registramos el horror como un fenómeno de información efímera

y el consuelo se acerca con el olvido en la imagen siguiente.

 

No hay detención.

El horror no es real,

sólo imagen y no sucede.

El horror no tiene tiempo.

Ya fue.

 

Es descartarle,

lamentablemente los protagonistas de ese horror somos nosotros mismos

y nos corresponden los mismos atributos de intemporalidad y

descartabilidad.

 

Hemos perdido el cuerpo,

extrañamente en el mismo momento en que todo

es imagen del cuerpo.

 

Este malestar, esta angustia, hace que

a veces toda expresión no sea más que un epitafio,

un hecho arqueológico

que en tiempo presente pretenda un registro de esperanza.

 

 

. referencias .

 

Marcia Schvartz

Al comenzar los años 90, Marcia Schvartz compartió una casa con Liliana Maresca en el Delta del Tigre y su obra tomó un giro en el que retratos de los personajes del barrio se fueron transformando en indios e indias. Invitada por Maresca, participó en los eventos multimediáticos La Kermesse: el paraíso de las bestias (1986) y en La Conquista (1992).

 

 

 

 


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